Jekyll no vio "Yin-Yang-Yo".
- Alejandro
- 12 abr 2016
- 3 Min. de lectura

Hace poco tiempo; mera cuestión de días; haciendo zapping por los cientos de canales de televisión por cable, en busca de algún programa que amenizara mi tiempo de espera hasta que comenzaran Los Simpson, fieles acompañantes de mis comidas y cenas solitarias desde mi más lejana infancia y únicos ocupantes de mi poco tiempo diario frente a la caja plana, acabé merodeando por la zona de canales infantiles para ver si había algo que mereciera la pena ver, puesto que el resto de opciones no me habían convencido del todo y tampoco me animaba a soportar al público de La ruleta de la suerte. Siempre que hago ese proceso de búsqueda acabo en el mismo lugar, dándole al botón de información de los canales que antaño veía pegado a ese mismo sofá y, finalmente, renunciando a ellos. Esto suele concluir con un monótono resultado: hasta que Antena 3 decida comenzar la programación que tanto ansío ver –casi media hora más tarde de lo que debería–, me entretengo o como/ceno viendo algún partido de fútbol en diferido de alguna liga de poca monta.
No obstante, este último caso iba a ser algo diferente: encontré algo que ver en la sección infantil. Era una de las muchas series de la infancia, de esas que uno ve casi diez años después y no puede evitar recordar tiempos pretéritos. Se llamaba “Yin-Yang-Yo”, y cuando entré en el canal de Disney Channel para recordar susodichos tiempos y ya llevaba el capítulo mucha trama avanzada, me vino a la mente la gran relación que podría establecer entre esta “seriucha”; pues apenas llegó a las dos temporadas; y la novela de la que hace nada estuve escribiendo: El extraño caso del Dr. Jecyll & Mr Hyde.
Evidentemente, nada de esto tiene sentido si no hablo, por lo menos un poco, de lo que va: todo gira entorno a dos hermanos. Yin, ella, es el clásico ejemplo de la dominancia de la inteligencia sobre la fuerza bruta. Es una chica excelente en todos los sentidos y deja guiarse por la lógica a la hora de cometer cualquier acto; vendría a ser como una Lisa Simpson. Sin embargo, él; Yang; es todo lo contrario. Bajo su nombre, encontramos al típico hermano mayor cabezota que no se piensa dos veces las cosas antes de hacerlas y antepone la fuerza física a la lógica; un Bart Simpson en toda regla. Entrenados por su maestro, “Yo”, deben hacer frente a numerosas batallas que les harán crecer como personas y como samuráis; o ninjas, o a lo que estén aspirando. En muchos casos, la colaboración es clave para vencer a los villanos que se sitúan de por medio, y ahí es donde entran el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde.
Pensándolo un poco, Yin; y Lisa; tienden a representar la bondad, mientras que Yang; y Bart; suelen hacer lo propio con la maldad. Aparentemente, ambos bandos son incompatibles por completo, completamente diferentes, pero, el uno sin la ayuda del otro, no son nada, no consiguen sus objetivos.
Tras introducir esto, creo que ya sabéis porqué he decidido llamar a este artículo de esta manera. El Dr. Jeckyll progresa para separar estos polos tan opuestos; al fin y al cabo, no tienen por qué compartir cuerpo, según él; y ya sabemos cómo acaba. Por eso mismo, “Jeckyll no vio nunca Yin-Yang-Yo”, y no sólo porque sean mundos y épocas diferentes, sino porque jamás llegó a comprender que esa supuesta incompatibilidad es lo que nos acababa formando como humanos y haciéndonos lo que somos. Jamás llegó a comprender que no puede existir una persona en este mundo si no es con un bien y con un mal, por duro que resulte de admitir. Por muy irónico que pueda llegar a parecer, son los mismos polos opuestos los que más se atraen, los que más se complementan, los que más se ayudan; porque, al fin y al cabo, uno acaba compensando las carencias o los excesos del otro.
Comments