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El viento fantasmal


La verdad es que si, soy un hombre que tiene mucho miedo. Demasiado miedo y terror a las personas. Piensan que estoy loco un poco loco, aunque creo que esa gente más bien está loca.

Escuchen ustedes lo que va a venir. ¡Si pudieran haberme visto! !Con qué facilidad me quité ese problema que me tenía sin dormir!. Siempre escuchaba sonidos que hacían en la puerta y, como era de esperar, me levantaba e iba a mirar qué era lo que pasaba. Seguro que era aquel joven que me miraba mal y que me gritaba todo el rato:

-¡Loco, eres un loco que no se podrá curar e irás al infierno!

Ese joven, Manuel, tiene envidia de mí. Es normal por tener una gran casa. Pienso que él podrá ser quien toca la puerta por las mañanas para que me despierte y vaya a abrir, mientras él corre y se ríe de mí.

Algún día le cogeré, le pegaré y le asustaré para que ¡Pare ya! Debido a esto no puedo relajarme por las noches, e incluso tengo pesadillas con ese Manuel tan imbécil. Hasta que un día, me levanté más rápido de lo normal y al segundo toque (suelen hacerlo cuatro veces) la abrí. Solo soplaba el viento en mi cara. Seguro que a ese chaval le dio tiempo a correr al ver mi sombra por la ventana.

En ese momento decidí guardar un arme al lado de mi cama para así acabar con esto ¡ya!. Soy más listo que la gente de por aquí, ¡Y aún piensan que yo soy el loco!.

Como pensaba, y era de esperar, a la mañana siguiente volvieron a tocar. Con el arme en la mano decidí asustar a Manuel y así poder descansar en paz. Bajé las escaleras más veloz que cualquier cosa en este mundo, abrí, y aunque me deslumbraba el sol, alcancé a ver la sombra y disparé dos veces para matarle. Raro es que me doliera a mí y sangrara yo y me doliera a mí en lugar de dolerle a él.

Vi una gran mancha en el suelo de esa cosa roja. Aunque todo el dolor era mío, supuse que era el del joven. ¡Si al final seré un genio! ¡Todos desarían ser yo!. Eb ese instante vi todo blanco y a mí alrededor también, Será que me había aturdido porque no disparo a nadie desde hace muchos años, cuando maté a aquel niño que tiraba piedras a mi ventana. Claro que desde ese día no escuchaba más piedras golpeando la ventana.

Bueno, escuchen atentos a ¡todo!. Ese día empecé a ver todo siempre en blanco. Ya decía yo que era por no acostumbrarme a tal sonido al disparar.

En realidad, desde este día me siento más solo que de costumbre. Pero como si no fuera la cosa, todo se volvió de color otra vez. Estaba de vuelta en mi hogar y por fin cesaron esos golpes tan molestos.

Pero eso me cambió para siempre, porque cada vez que salía a comprar iba con miedo a que pensaran que había matado a Manuel. Era muy raro, ¡Nadie me miraba, ni me decían loco!. Al final, esta gente llegó a la conclusión de que soy ¡um genio incomprendido!.

Todo esto y aquello valió para ser yo mismo y no pensar en esas personas tan tontas, ¡Pam, pam!, ¡Chus!, ¡Woe!. No estoy nada loco.


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